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miércoles, 11 de febrero de 2009

Nunca un poquito.



Puse en pausa el corazón, a mitad de un latido. El tiempo quedo quieto, mis pensamientos galopaban hacia ella, Anita me miro con aquellos ojos conmovedores y me vio nacer, sintió una tristeza inmensa en su pecho, sus ojos se inundaron, su voz se quebró, sus rodillas se juntaron, se desplomo sobre el piso y quedo ahí sentada, incrédula, avasallada por la alegría.

Entonces la pausa termina, el latido retumba en todo mi pecho, nunca sentí una alegría q doliera tanto, sentí esa tristeza que se extraña, esa alegría en añorar el pasado, aquella nostalgia de mis recuerdos, enfrentándome. Yo quería decir tanto, quería decir q la extrañe en cada viaje q hice, q buscaba mujeres parecidas a ella solo para obsérvalas y sonreír a solas, que escribí con los dientes apretados, con suspiros largos, con el rostro empapado, con horas de insomnio, con aquel desconsuelo del que pierde, con la amargura de no poder olvidarla, con la esperanza del silencio.

Así es como empieza una nueva historia, en este cuento largo del que solemos ser protagonistas. Así es como en este viaje, la espero de pie, con los oídos atentos, los ojos cerrados y la boca seca. La espero porque estoy acostumbrado a hacerlo, porque no puedo buscarla, porque no puedo presentarme a su puerta y decirle “se mi compañera”. La espero porque dolería mucho perderla.

Ana toco esta puerta, su pie derecho apresuraba el ritmo golpeando una y otra vez el piso, una y otra vez, se acomodaba y se desacomodaba los anillos, mientras esperaba, practicaba su mejor sonrisa. Abrí la puerta y ella se estrello contra mi cuerpo, me dio pequeños besos sonrientes por todo el rostro y me dijo q me quería "mucho, mucho, mucho", había esperado tanto, por ella; me enfrentaba a la mujer que amo, incrédulo, odiándome por haber desperdiciado tanto tiempo, la abrace con palabras torpes, con canciones desentonadas, con poemas pobres, con muchos “te quiero”, con un “no te vayas nunca”.

Que aquel día en q la vuelva ver, se quede a mi lado, q empecemos nuestro camino juntos, q mi oscuridad se envuelva en sus colores, q aquel día q la vuela ver, ella no tenga miedo, q respire en sus senos, saboree sus quejidos, acomode sus cabellos, q no regrese un poquito, q no se quede un poquito, q no me quiera un poquito. Que aquel día, después de verla nerviosa con la sonrisa temblorosa y los brazos abiertos, me susurre al acercarme “aquí me quedo, aquí contigo, nunca un poquito”.

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domingo, 12 de octubre de 2008

Yo no se bailar

Entre a aquel lugar, con mi amigo Edward, el me había convencido aquella noche de octubre, de salir a despejar la mente, mitigar los latidos, caminar la ciudad, era una noche de esas q todo el mundo dispone su mente, cuerpo y en algunos casos el alma, al destino, "lo q venga, hoy es la noche, no seas webon vamos a dar unas vueltas", respondió Edward a mi desganada pregunta sobre "q vamos hacer?" me metió una carajeada soberana y me informo q pasaría por mi casa en 20 minutos. Colgué el teléfono y subí el volumen de la música, la atmosfera se llenaba de spinneta, de sus armónicos, de sus disonantes, de sus sincopados, me recosté en la cama tenía una botella de cerveza en una mano y en la otra el número de ella y así espere.

Entramos en la discoteca, sonaba algún ritmo q no podía bailar (como casi todos) el nublado ambiente, las luces penetrantes, impertinentes adornaban aquel caótico bosquejo de diversión, infle el pecho lo mas que pude, sonreí de una manera hipócrita y entre casi disfrutándolo. Caminamos un buen rato en una especie de ritual q emprendíamos cada vez q llegamos a algún lugar, la llamada "vuelta de inspección" q simplemente consistía en encontrar féminas q nos atrajeran y q de alguna forma incomprensible puedan darnos alguna señal de predisposición que lograra un acercamiento mutuo. Era durante esa especie de retroalimentación q vi a Lissette, la había conocido tantas veces, había conversado unas pocas, y nos habíamos cruzado siempre en la universidad, ella solía inclinar su cabeza hacia el costado, acomodaba sus lentes, agitaba su manito muy rápido y pronunciaba un "hola" q dibujaba una sonrisa en este rostro ajeno a ellas. Estaba ahí parada junto a su amiga, bailando algo q definitivamente yo nunca podría bailar, con los brazos elevados y las palmas hacia arriba, celebrando, disfrutando, llena de colores; iluminando toda esa gama de grises, q nublada por el humo de cigarrillo intentaban pasarlo bien (incluyéndome). Compramos un par de cervezas y Edward mi buen y rechoncho amigo me dijo q cambiara el ánimo, q olvidara lo q pudo ser, q "esas mierdas" suelen pasar, q uno no es perfecto y menos para los demás, la verdad q empezaba a encontrarlo insoportable, muy amigo, muy preocupado, muy cursi, muy borracho, muy confiado, y ahora creo q solo me estaba reflejando en el. Keep your eyes on the road n your head upon the wheel! keep your eyes on the road, your head upon the wheel!! WHERE GOING TO THE ROAD HOUSE N THE END IS ALWAYS NEAR!!, cantábamos roadhouse blues de los doors tan fuerte q resultábamos molestos y aquello era lo más entretenido, bajamos unas escaleras e intentábamos encontrar a unas chichas de mirada fácil y sonrisa generosa, y fue en aquel trayecto q nos cruzamos, la mire de reojo y ella con su mano izquierda a la altura de sus labios como si intentara callarse a si misma, inclino la cabeza y lanzo un tímido “hola!” respondí con un poco creativo “hola, como estas?”, me pregunto por un amigo en común, le dije q no tenía idea donde andaría y q no lo había visto hace mucho tiempo, “ahh ya, buena voz” y miro al techo, me pareció q la incomodaba, q aquella conversación no debía extenderse mas allá de la simple curiosidad por el dichoso amigo en común y morir en el momento q yo daba una respuesta tan vaga, me odie por no haber llamado a ese infeliz y me despedí de ella. Me pare al costado del parlante apoye la cabeza en la pared y la extrañe tanto, debajo de una especie de puerta decidí refugiar mis penas e hidratar con varias cervezas mi tenue entusiasmo, lissete se acercaba tenia q pasar por aquella especie de puerta donde yo me había instalado, me pareció q seria en algún sentido gracioso no permitirle el pase, obstruyéndolo con mi brazo, así ella sonreiría, yo haría lo mismo, diría alguna frase digamos más entretenida q un” hola como estas” y la invitaría a bailar. Pero no fue así, ella llego miro el brazo, no volteo, no hizo ningún gesto, miro al horizonte y se quedo ahí parada junto a su amiga. Se alejo rígida, lejana, ya no tan llena de colores, sesgado por su falta de humor, la odie por un instante y después hice lo mismo conmigo. “Ven te voy a presentar a una mujer digna! No seas webon! Hoy es la noche!” se acerco Edward a informarme de una de sus hazañas y q “las tengo listas! Están esperándonos afuera, vamos no seas webon” le conté acerca de lissete y lo poco acertado q había sido, mientras me reía de mismo, y el también se burlaba, como todo buen amigo. En ese lapso en el q nos informábamos acerca de nuestras anécdotas nocturnas, vi una manito q se agitaba muy rápido, vi unos colores q se descubrían e iban dirigidos hacia nosotros, era lissete, señalo con el dedo índice hacia nuestra dirección y me di cuenta q llevaba alas, “una angelita!, vamos webon nos está llamando para q bailemos con ellas!!” me gritaba mi compañero mientras, yo descartaba posibilidad alguna de acércame a ella.” Baila con la de cabello negro y yo con la otra”, no llegue a terminar esa frase y mi rechoncho amigo ya se movía al ritmo de alguna salsa de moda, yo con un desgano único, con los hilos q iban cosiendo mis heridas, me acerque a su amiga y le propuse con un rostro no muy amigable si quería bailar, me respondió q si (hasta ahora no entiendo porque) y baile.
Eran las 5 de la mañana, yo manejaba mi carro con entusiasmo, pensaba q aquella noche había estado buena, en el asiento de atrás iban lissete y su amiga, Edward iba en el asiento delantero y me miraba con la sonrisa mórbida q solía tener cuando ya estaba algo borracho y se entusiasmaba con sus propias ideas, la habíamos pasado bien.”Como ha avanzado la tecnología q ahora hasta los bombones caminan!!!” grito Edward, lissete se rio muy coqueta y agito su manito muy rápido mientras iba inclinando la cabeza, sonreí a medias, me despedí de ella desde el carro y acelere, Edward iba con medio cuerpo por la ventana gritando algo q no entendía. Las penas desaparecían, los grises iban tomando colores.

me delato, me entrego a la incertidumbre, quedo a merced...



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