domingo, 23 de agosto de 2015

Morrison

Me detengo en el balcón del departamento, a siete pisos de todas aquellas personas q ignoran mi existencia, aquella sinfonía de la calle; los gritos de los ambulantes que escapan de los policías, los autos que aceleran creando una especie de coro en el fondo, las conversaciones banales y las voces extrañas en mi cabeza, llevan las melodias, es esa orquesta la q me distrae en estos días. El oscuro y nublado paisaje se alinea con mi estado de ánimo. Cuento cada avión que cruza el cielo e imagino historias adentro, las esperanzas de los que regresan, la tristeza de los que dejaron atrás parte de sus vidas.

Los acordes del negro piano se empiezan a escuchar y recuerdo q solía conocer a una persona justa, ella tenía rulos naranjas, sueños y venganzas enredados en sus cabellos, fumaba marihuana y solía estar en tal viaje, q difícilmente estaba; pero la amaba, simplemente lo hacía. Mientras la lluvia golpeaba nuestras ventanas, ella comenzó a hablarme, nos ocultamos de las multitudes y creamos un pequeño mundo debajo de una mesa, aprendimos a traducirnos, a descifrar nuestras nerviosas sonrisas, a besarnos en la frente y un año ha pasado.

Fue un camino tan largo para encontrarla y todo lo q hicimos fue desmoronarnos y enloquecer, mirarnos y discutir con sonrisas. Teníamos todo aquello que unos amantes podían desear, aquella gran historia para contar, aquellas lagrimas hambrientas, y simplemente lo arruinamos, nos desperdiciamos,
pero no estoy triste,
estoy furioso,
estoy enojado.
y dos años han pasado.

Ahora su mundo se empezó a oscurecer y ella encendió el fuego, mientras sus amigos tenían bebes, ella vivía con los recuerdos, con los besos en la frente y aquellas sonrisas nerviosas. La busque varias veces, rompimos sus ventanas, tocamos su puerta, su teléfono nunca respondió, pero ella aun sigue en aquella casa. Su padre ha muerto, su hermana es una estrella y su madre los visita dos veces al año. Enciende la pipa, reclina el asiento del auto y se recuesta, mira al techo, mientras sonríe recuerda Barcelona, a sus músicos y guitarras, aquel verde pasto, los abrazos cerca del lago, a las personas q reían, y esto hace que el corazón pobre adolezca.

Y la encontré (siempre la encontrare)

Ahora vivimos en un valle y trabajamos en una granja, todas las mañanas subimos a las montañas; desde ahí contamos los aviones q cruzan el cielo y recordamos....
que todo está bien
yo sigo aquí
ella sigue conmigo,
y seguimos rondándonos como presas vueltas fieras.


"Prométeme, que pase lo q pase, al final estaremos juntos, ya? prométemelo, como los viejitos de "el amor en los tiempos del cólera", ya?"

Lo eterno prometo 

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