domingo, 6 de diciembre de 2009

La Perra



La perra llora como si sintiera dolor, rodeada de todo ese basural, del q suele alimentarse, del q suele nutrirse. Se imagina bella, se confunde... y de pronto, se sabe tan poco, se siente tan poco y entrega su enfermo cuerpo a cualquier individuo de caricias fáciles. Se sabe poco otra vez, se siente poco una vez mas, se huele de a pocos. A veces se detiene y ladra, solamente para sentirse escuchada. Se lame el sexo y un cosquilleo en la nuca la acaricia, desnutrida y con rasgos de una vejez apresurada, la perra llora como si no sintiera dolor.

Sus vacios ojos pierden protagonismo ante sus afilados dientes, ante sus largas uñas pintadas de colores, ante vestidos llamativos que solo viste por intentar ser única, por intentar ser diferente. En inutiles esfuerzos. Se confunde con humana y se sueña artista. Sueña pintar pero sus desafortunados cuadros asemejan a un primate entrenado, sueña escribir y tan solo se puede sentir pena por ella, sueña con melodías, pero la única que conoce es el silbido de aquel desgraciado que le brindara caricias, para luego abandonarla. Y de pronto.... Se sabe tan poco, tan simple, escribiendo con ladridos, textos ajenos y sus torpes garras dibujan torpes frases; en un desdichado papel amarillento.

La perra solo se fía de los olores, y se jacta de ello, manifiesta que es su mayor virtud, se confunde.... y de pronto

Se huele a si misma... y el olor, ese olor! resulta insoportable

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domingo, 1 de noviembre de 2009

Conversaciones de Metro


Cromosoma X: Al final nunca lo sabremos

Cromosoma Y: Siempre me gustaron las mujeres bien putas

X: Y yo te amo porque me volviste puta

Y: Lo sé, hasta ellas tienen esa deformidad que mueve a este cuerpo, esa mierda babosa al q nombramos corazón

X: Detrás de esa piel crocante, aderezo de lunares y escamas

Y: De ese blindaje tan perfecto, confeccionado con el paso del tiempo, con esas experiencias tan nuestras

X: Aunque hayas caminado tanto, no conozco otra forma de amarte que morirme al verte

Y: Es q se tiene q ser bien puta para creérselo, (creer que bastaría con morir)

X: Si? tu que tanto has besado, que tanto has amado, sabes mejor que yo, que hasta los huesos solo calan los besos que no has dado (Sabina)

Y: Vamos a jugar a comernos a nosotros mismos hasta desaparecer, el último bocado será tu mirada triste

X: No!, antes de que me envenenen los besos que vas dando!

Y: Una puta nunca besa, no lo olvides

X: No me olvides….

Una fugaz luz alumbra los cuerpos exhaustos, se va elevando como una plegaria y ataca como una maldición

X: Escuchas, ya se prendió el faro

Y: Veo como dejo de sonar el mar

X: Un mar mudo?

Y: Y un faro ciego.

X: Entonces peor siempre.... siempre?.... siempre es mucho tiempo! no olvides que yo fui dueña de tus ojos sin que nadie lo supiera

Y: Soy ciego y una puta nunca besa, sabes q siempre serás derrotada

X: Y tu que siempre volverás derrotado

Y: Yo ya no existo, deja de ver fantasmas

X: Que haré luego?

Y: Pintarte los labios y morir tranquila

X: No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca-jamás sucedió

Y: El verdadero amor, es el amor imposible

X: Entonces veras que no vuelvo mas a tu umbral a decirte “no consigo olvidarte”

Y: Volveras, solo a decirme ..."Ya te olvide".

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domingo, 20 de septiembre de 2009

6:00 am


Me gusta ver como la ciudad va desapareciendo, como esos anuncios de publicidad yacen inútiles cual cadáveres frente a una puta. Imagino a todas esas almas desdichadas soñando sueños ajenos, en pequeños departamentos, con la borrachera de sentimientos, con aquella resaca de culpa.
Me gusta ver como la ciudad cambia de colores a estas horas del día, como se va deconstruyendo desde aquellos edificios infranqueables y erguidos en el corazón de la ciudad hasta empezar a mutar en suburbios y pequeñas casas, de donde parten los obreros camino hacia las fabricas, esas fabricas que alimentan a este Santiago enfermo y no lo dejan morir. Esas fábricas que se tragan la vida de hombres y mujeres, que se tragan nuestros días.

Me gusta ver las calles desiertas, desnudas, la soledad de aquel conductor que levanta la mirada después de sintonizar una melodía triste, que la pierde en las inmensas y vacías avenidas, que acelera como si corriera de las penas, de esa tristeza que acompaña sus despertares, que se aleja, intentando escapar de ellas.
“Se un héroe, no detener el paso, morir por el corazón, no por el hombre.”

Me gusta emborracharme con ella en la cama, mientras nos reímos de viejos recuerdos, y sin darnos cuenta vamos creando nuevos. Me gusta q discutamos por como cocinar el plato más simple y q nos odiemos un poco por ello. Me gusta q después de una pelea fume un cigarro y aun tenga la consideración de hacerlo en la terraza. Me gusta se equivoque al contar dinero, q no recuerde el nombre de las películas, aun cuando nunca se va sin ver los créditos enteros. Me gusta q soporte mis torpes bromas, me golpee suavemente por ello y sonría al hacerlo. Me gusta q dibuje cuadros para pegarlos en mi cabecera y q me deje un nota en la q se lea “te amo mucho” encima de mi almohada y que yo no me de cuenta de ello hasta después de dejarla en el aeropuerto.
Me gusta ver a las parejas del aeropuerto reencontrarse, mirarse dubitativos por un instante, como si intentaran reconocer el amor en los ojos del otro; para después sucumbir al sentimiento y entregarse a un recuerdo perpetuo. La tristeza del q suelta la mano de su acompañante para dejarla ir, de los q arriesgan por una recompensa aun más grande que tenerla… a ella… a mi lado…hoy.

Me gusta oírla decir q regresara muy pronto y me gusta creerle.

“La cotidianidad hizo su trabajo, la constancia es la q me levantara por las mañanas”

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martes, 28 de julio de 2009

Aun


Mire como su perfil empezaba a encender aquel porro de marihuana, se concentro durante varios segundos en darle pequeñas pitadas, podía sentir como disfrutaba ver aquella bocanada de humo formar extrañas figuras en el aire, cruzo las piernas y apoyo uno de sus codos en su rodilla izquierda, me sonrió como aceptando alguna culpa y enseguida me dijo "hace mucho q fumo marihuana, incluso cuando estuvimos juntos, había días q estaba muy pasada", volvió a darle un par de pequeñas pitadas al porro, me miro con esos inmensos ojos negros, torció los labios y sin quitarme de encima la mirada, dejo escapar otra bocanada de humo, "quieres?" estiro su brazo ofreciéndome compartir lo poco q quedaba, la sentí algo decepcionada cuando rechace su oferta, "hacer el amor, después de fumar es diferente" entonces apago el porro con sus dedos previamente ensalivados, con cariño, con cuidado, con una ternura envidiable.

Saco de su mochila verde los cinco libros q había comprado en Argentina, me hablo de ellos apasionada, sus ojos se expandían, su lenguaje corporal cambiaba, me mostraba partes de estos libros con su pequeño dedo índice y me daba breves explicaciones de los sentimientos q originaban aquellos textos en ella, "mira, mira este, cuando leí esto me acorde de nosotros" algo moría dentro de ella después de escucharse, entonces me miraba de costado, encogía los hombros y me daba un beso triste en la mejilla, en seguida se apresuraba en buscar otro de sus libros, otro párrafo, otro texto, otra frase que le recordaba a "nosotros", y se repetía el momento. "estas aburrido?" me pregunto después de mostrarte por varios minutos los mejores textos de aquellas cinco historias, ella sentada en aquella cama; pudo oler su tristeza, abrió el cierre de su mochila, se apresuro en recoger todos los libros y meterlos en ella, cuando termino estuvo quieta, al parecer esperando que dijera algo, entonces se recostó y quedo mirando la blanca y manchada pared de aquel hotel.

"Mira lo q te traje!" me puso los audífonos mientras se iba dibujando una sonrisa expectante en su rostro, un acorde disonante me hacia levantar las cejas de manera distinta, entonces su sonrisa crecía un poco, sus mejillas tomaban un color rojizo, miraba el aparato de música y chequeaba el volumen; asegurándose q no me perdiera de ningún sonido, de ningún momento. Empezaba a cantar sin emitir sonidos, sus húmedos labios se movían bailando al ritmo de una canción q sonaba en su mente y que yo disfrutaba desde sus audífonos, cerraba los ojos y sin darse cuenta subía lentamente los decibeles, la canción llegaba a su clímax, a una especie de orgasmo tímido, me tomo el rostro con ambas manos, y me dio un beso de alcoba, " tú sabes q yo te voy a querer siempre no?"

Ella sostenía mi mano y de cuando en cuando la apretaba muy fuerte; como si recordara algo q motivara aquel gesto; ambos mirábamos en direcciones distintas a través de las ventanas de aquel auto y mientras su cabeza se movía de un lado al otro lentamente, como si negara la muerte de alguien cercano "así van a doler nuestras despedidas?" me preguntó. Baje aquellas tres maletas del auto, a pesar de q ella contenía palabras, lagrimas, miedos "te voy a extrañar demasiado, dime q voy a hacer, cuando nos despidamos" había anticipado, la noche anterior. Nos quedamos parados uno frente al otro, observándonos, recordábamos nuestros defectos, nuestras batallas y las derrotas, nuestras decepciones, nuestras promesas; entonces cansados de esa distancia nos abrazamos y comprendimos q a pesar de todo:

aun nuestros pasos mantienen el mismo ritmo,

aun nuestra historia tiene textos por escribir,

aun queda tiempo para fumar y hacer el amor,

...Aun.

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miércoles, 11 de febrero de 2009

Nunca un poquito.



Puse en pausa el corazón, a mitad de un latido. El tiempo quedo quieto, mis pensamientos galopaban hacia ella, Anita me miro con aquellos ojos conmovedores y me vio nacer, sintió una tristeza inmensa en su pecho, sus ojos se inundaron, su voz se quebró, sus rodillas se juntaron, se desplomo sobre el piso y quedo ahí sentada, incrédula, avasallada por la alegría.

Entonces la pausa termina, el latido retumba en todo mi pecho, nunca sentí una alegría q doliera tanto, sentí esa tristeza que se extraña, esa alegría en añorar el pasado, aquella nostalgia de mis recuerdos, enfrentándome. Yo quería decir tanto, quería decir q la extrañe en cada viaje q hice, q buscaba mujeres parecidas a ella solo para obsérvalas y sonreír a solas, que escribí con los dientes apretados, con suspiros largos, con el rostro empapado, con horas de insomnio, con aquel desconsuelo del que pierde, con la amargura de no poder olvidarla, con la esperanza del silencio.

Así es como empieza una nueva historia, en este cuento largo del que solemos ser protagonistas. Así es como en este viaje, la espero de pie, con los oídos atentos, los ojos cerrados y la boca seca. La espero porque estoy acostumbrado a hacerlo, porque no puedo buscarla, porque no puedo presentarme a su puerta y decirle “se mi compañera”. La espero porque dolería mucho perderla.

Ana toco esta puerta, su pie derecho apresuraba el ritmo golpeando una y otra vez el piso, una y otra vez, se acomodaba y se desacomodaba los anillos, mientras esperaba, practicaba su mejor sonrisa. Abrí la puerta y ella se estrello contra mi cuerpo, me dio pequeños besos sonrientes por todo el rostro y me dijo q me quería "mucho, mucho, mucho", había esperado tanto, por ella; me enfrentaba a la mujer que amo, incrédulo, odiándome por haber desperdiciado tanto tiempo, la abrace con palabras torpes, con canciones desentonadas, con poemas pobres, con muchos “te quiero”, con un “no te vayas nunca”.

Que aquel día en q la vuelva ver, se quede a mi lado, q empecemos nuestro camino juntos, q mi oscuridad se envuelva en sus colores, q aquel día q la vuela ver, ella no tenga miedo, q respire en sus senos, saboree sus quejidos, acomode sus cabellos, q no regrese un poquito, q no se quede un poquito, q no me quiera un poquito. Que aquel día, después de verla nerviosa con la sonrisa temblorosa y los brazos abiertos, me susurre al acercarme “aquí me quedo, aquí contigo, nunca un poquito”.

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