domingo, 31 de agosto de 2008

Vivir bajo el agua.

Voy caminando solo, veo mi sombra reflejada en la acera, silente, inerte, quisiera mover al sol y líbrame de ella. Pasos lentos, flojos, mis pies se arrastran generando un ruido molesto, tan insípido como una sonrisa vieja. Una extensa avenida se impone ante mis viejos y sucios zapatos, me doy ánimos, subo el volumen de mis audífonos, meto mi mano derecha al bolsillo del pantalón y con la izquierda empiezo un extraño juego; girando una y otra vez las llaves de mi departamento, se sonríe a medias y se lanza un suspiro al pasado. Saboreo el ser un extranjero, un intruso, un extraño.

Es tan difícil encontrar sonrisas, encontrar miradas en la presura de todos esos pasos, uno tras otro, uno más rápido q el anterior, con las almas fracturadas, con el corazón fragmentado y los ojos tan abiertos. Estar quieto se siente tan extraño, se siente tan diferente. Inmóvil frente a esta interminable avenida, con la música q ensordece los gritos de la ciudad, brinda una sensación de libertad tan efímera; q el primer paso se vuelve entristecedor. Me dirijo a tu casa, no sabes q hoy iré, soy aquel de las visitas inesperadas, aquel q te invita a volar y a vivir bajo el agua. Llego y lanzo una mirada hacia la ventana de tu departamento, las cortinas cerradas me dan aquella esperanza de saber a aun descansas, entonces te despierto. Tu voz tan apetecible (entre el sueño y la incomprensión por escucharme) pronuncia mi nombre dos veces, me preguntas la hora y reclamas q sea tan inoportuno, sonrió a escondidas y espero el molesto sonido q indica la entrada a tus desordenes y vicios, siento oler tus hombros, esto solo se saborea con los ojos cerrados.

Ver la ciudad desde su balcón, es uno de los olores más entrañables de toda esta soledad, quererme un poco en ese instante, me lleva a pensar q quizás no todo esta tan mal, q aquella sonrisa q me espera en la habitación, es lo q se necesita para matar recuerdos, achatar la melancolía, esconder las tristezas. Vamos a caminar uno al lado del otro, voy a tomar tu mano y me dejare llevar por tus agitados pasos, iré flotado, drogado por el olor de tus hombros, por el sabor de tu vientre, por tus palabras de ánimo, por la forma que dibuja tu sombra, por tu corazón fragmentado, echado a perder (déjame armar ese rompecabezas, déjame volar escuchando tus pasos reventarse contra la acera). Escuchar los sonidos de una ciudad extraña y la voz de aquella mujer que me sorprende lentamente, es una buena combinación. Este corazón de lentos latidos, se apresura, por temor a llegar tarde y el miedo a esperar tu sonrisa.

Aterrizo y tu mirada se eleva, me muestras el cielo de Santiago, me comentas q es una de las ciudades con mayor polución de nuestro continente, señalas algunos edificios y das una pequeña sinopsis de cada unos de ellos, por ultimo me llevas a tu cafetería preferida, abres el periódico y lees las noticias en voz alta, asomas tu pálido rostro por detrás de aquel extenso diario, me preguntas si te escucho y sonríes. Respiro hondo y pausado. Vamos a llevar el ritmo, vamos a bailar estas nuevas danzas.

Te propongo despegar y construir un hogar bajo el agua, te propongo un régimen constante de visitas inesperadas y mucho tiempo para andar. Toma un lento sorbo de café, sin mirarme me confiesa....soy tuya.

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